Der Soundtrack des selbstständigen Übersetzers

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(que, evidentemente, se puede extrapolar también a otros profesionales)

La rutina

Apagas el despertador y enciendes el ordenador con Every morning. Al principio de la semana estás seguro de que I don’t like Mondays, pero, conforme avanza la semana, te conciencias con I will survive. A lo largo de la semana recibes algún que otro correo o encargo raro, pero estás acostumbrado porque sabes que People are strange. Cuando se acaba la semana, te animas con Friday I’m in love, pero no hay que confiarse. A última hora siempre te llega algo gordo y lo maldices con Bomb.

Encargos imposibles

Te llegan estos encargos “super urgentes” y silbas History repeating. Crees que no vas a llegar a entregar a tiempo y te acompañan los ritmos de Under pressure o de Clocks. Pero luego sí cumples con el plazo prácticamente imposible y crees que It’s a kind of magic. Pero, a largo plazo, debes intentar educar a los clientes para que sepan que You can’t always get what you want.

Desafíos

La jornada laboral está llena de desafíos: Te toca traducir un texto complicado y parece que Words (don’t come easy). ¿Se te cuelga el ordenador y pensabas que tenías todo guardado? Un buen momento para Starting over

Al revisar tus traducciones o las de otros, procuras seguir el lema de I don’t want to miss a thing. Si aún así se te escapa algo, puede que te llamen para regañarte a modo de Look what you’ve done. Entonces sólo te queda entonar una canción, aunque sea Hard to say I’m sorry. Algo que nunca debes decir a los clientes, es decir, Shut up, en cambio, es ideal para cuando estamos muy centrados y no paran de sonar el teléfono y el timbre…

Workaholics

Aún sin interrupciones, hay encargos que se te resisten y te parecen volver loco por lo difíciles o grandes que son, y te preguntas Where is my mind?. Trasnochas para llegar a tiempo y te conviertes en Zombie. Pero nada como un subidón al entregar un encargo que te mantenía ocupado semanas o meses y celebrarlo con Perfect day. Si encima sale la traducción con tu nombre en los créditos, te crees en el Edge of glory. Pero cuidado, porque las largas horas delante del ordenador también te afectan y te dejan con Bright eyes (burning like fire). Tampoco hay que olvidarse de la familia, para que no haya Grounds for divorce. Igualmente, si tienes hijos y parece que The kids aren’t alright, puede que prestas más atención a tu trabajo que a ellos. Una excusa habitual de los workaholics es I just don’t know what to do with myself.

Deporte y descanso

¿Qué tal un poco de deporte? Porque si no, la vida sedentaria y la falta de movimiento nos pasan factura y llegamos a extremos como The hardest button to button. Cuando trabajas demasiado sin descansar, igual toca Tick tick boom. Nada mejor que unas buenas vacaciones, pero debes desconectar del todo, así que mejor te conciencias y aprendas a How to disappear completely.

Adquisición de clientes

Claro que la vida de un traductor autónomo consiste en mucho más que en traducir. Por ejemplo, debes darte a conocer y hacer publicidad para tus servicios hasta estar seguro de que You know my name. Si buscas nuevos clientes, hay que hacerlo con la confianza de un profesional y presentarse seguro de sí mismo: Hello (is it me you’re looking for?). Optar por entrar en una guerra de precios para hacerse un hueco en el mercado es mala idea y sólo puede iniciar un Long road to ruin. Aparte de buscar a clientes nuevos, mimas a tus clientes actuales y les prometes Whatever you want. Pero no hay que pasarse a la hora de mimarlos porque les puede sonar a Vasoline

Networking

No hay que dejar de lado las nuevas tecnologías y creer It’s the end of the world as we know it (and I feel fine). Las redes sociales y el networking te ayudan a mantener o renovar los contactos con clientes y compañeros y estar Connected. Sí, los colegas también son importantes y habitualmente es más fácil y exitoso colaborar que competir. Por lo tanto, dedicas Make it with you a las colaboraciones con compañeros.

Facturación

Otra parte muy importante de tu trabajo es, lógicamente, la facturación. Mientras emites las facturas, puede que te brille el símbolo del “€” en los ojos y cantas Money o, si trabajas o cobras mucho, incluso Money, money, money. En tiempos de crisis es más difícil cobrar, y a veces incluso The hardest part. Siempre salen ovejas negras que se retrasan con el pago, por lo que a veces hay que recordárselo, aunque sea con una llamada amable: I just called to say I love you. Si no entienden las indirectas, hay que decirlo abiertamente: I need a dollar. Incluso insistiendo no siempre hay suerte, y puede que te quedes sin cobrar más de una factura. Lo importante es aprender de la experiencia y tener claro que Won’t get fooled again. Porque claro, trabajar sin cobrar no tiene sentido. Si no, pronto te toca cantar Livin’ on the edge. Todos los extremos son malos, dicen, y también que Mo’ money mo’ problems, pero quién no quisiera tener estos problemas…

Objetivos

Lo que te enriquece en otro sentido es crecer como profesional, defendiendo tus derechos al son de Get up, stand up o apuntando alto con objetivos como Get on top. Igual no los consigues, pero te puedes consolar con que, por lo menos, sabes idiomas, que es algo que ya quisieran otros: Ken li.

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