Valencia, ¿capital del ruido?

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Valencia está de celebración, porque las Fallas han convertido la ciudad en una enorme fiesta. Gracias a los discomóviles, las bandas de música, los fuegos artificiales y los petardos hay un ambiente de fiesta día y noche que no se puede pasar por alto. Podría parecer un estado de excepción, pero lo cierto es que Valencia en general suele ser bastante ruidosa. En este sentido, las Fallas solo son el punto culminante de una tradición local de ruido mantenida a lo largo del año. Apenas hay celebraciones sin petardos o tracas, bien sean bautizos, comuniones, cumpleaños o bodas. No obstante, los petardos no son los únicos ingredientes en esta receta de ruido general: muchos autobuses, coches y motos estacionados dejan el motor en marcha a veces hasta media hora, y ya comenté hace tiempo que el claxon se considera un medio de comunicación muy popular. Lo cierto es que el rugido del motor casi es un mal menor, teniendo en cuenta que, en verano, más de un coche se convierte en una discoteca móvil, “regalando” música a vecinos y transeúntes. Los botellones al aire libre crean un ambiente parecido a un karaoke, y farolas y grillos compiten con sus zumbidos y dan un aire de Salvaje Oeste al paisaje urbano. Sin duda alguna, la banda sonora de Valencia es variada, pero siempre ruidosa. Si bien la conversión de algunas zonas de fiesta de la ciudad en “Zonas Acústicamente Saturadas” (ZAS) ha dado algo de tregua a los vecinos, Valencia sigue teniendo fama de ser la ciudad más ruidosa de España, que por cierto, a su vez se considera el segundo país más ruidoso tras Japón.

En general, el silencio no parece un bien apreciado en España. Cuando una conversación se paraliza, a menudo se usan expresiones del tipo “pues eso”, “pues nada”, “en fin” o “así son las cosas” para luchar contra el silencio (¿incómodo?). Incluso existe la frase “ha pasado un ángel”, que en absoluto indica un ataque de alucinaciones del orador, sino que sirve para llenar una pausa y para volver a arrancar la conversación. Por lo que se dice, esta expresión surgió porque se suponía que, al hablar de una persona fallecida, ésta aparecía en forma de ángel, por lo que se guardaba un momento de silencio por respeto.

Por lo demás, en España se aplica el lema de “hablar es oro, callar es plata“. Sobre todo el sexo femenino impresiona con su capacidad de hablar y escuchar al mismo tiempo – un requisito ideal para intérpretes, ¿pero para mantener una conversación? A veces da la sensación de que sobre todo las mujeres mayores practican una especie de terapia del habla, en la que sólo importar el hablar en sí, no el intercambio de opiniones o de información. ¿Será por eso que se dice eso de “hablar por hablar” (en el sentido de la expresión francesa “l’art pour l’art“)?

Por desgracia, en el cine y en el teatro también se habla bastante (¡incluso por el móvil!), mientras en restaurantes y bares incluso se llega a vociferar. ¿Y en las discotecas y los pubs? Pues ahí casi hay que comunica mediante señales, sobre todo nosotros, los extranjeros. Aunque me considero prácticamente bilingüe, ciertos ruidos ambientes ejercen un efecto de “mataconversación” en mí. Cuando hablan varias personas a la vez y, encima hay música o una tele puesta, las conversaciones me entran por un oído y me salen por el otro. Por lo tanto, mi mirada perdida, mi sonrisa neutral y mis movimientos de cabeza alternantes (asintiendo o negando) para simular mi comprensión auditiva, no son signos de aburrimiento sino de una sobreestimulación acústica. Quizá esto explique más de un malentendido y mi supuesta mala memoria, cuando amigos me dicen “lo comentamos el otro día, ¿no te acuerdas?”.

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