Azul pitufo

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Creo poder afirmar que tengo pocas manías, pero hoy quiero hablar de una de ellas: “Hola, me llamo André y no como nada azul”. Sí, aborrezco alimentos de un azul intenso, como el famoso helado de pitufo (¿de qué estará hecho?) o gominolas azules. Una vez preparé una comida usando una berenjena con su piel. El resultado estaba muy rico, por lo que guardé el resto para el día siguiente. Por desgracia, la piel de la berenjena destiñó y dejó el plato de un azul marino que tal podía haber triunfado en Pitufilandia, pero no en mi casa – ¡simplemente me pareció asqueroso!

Suena raro, pero tiene una explicación muy sencilla: Opino que en la naturaleza no existe nada de un color azul intenso que sea comestible. Por supuesto es discutible esta definición de color –muy subjetiva, lo reconozco–, ya que en español, el pescado graso (sardina, salmón, atún y otros) se llama literalmente “pescado azul”, porque la mayoría de los peces de este grupo tiene una coloración azulada. Correcto, azulado, ¡pero no azul! Y es que mi manía se refiere sólo a azules intensos, ya que, por ejemplo, la col lombarda (llamada “col azul” en alemán) es más bien roja/morada, y los arándanos (“bayas azules” en su traducción alemana) y las ciruelas son de un gris azulado tirando a negro. No os riáis, nadie dice que las manías sean lógicas… Pero parece que no estoy sólo con mi aversión, porque realmente existen poco alimentos azules… ¡gracias a Dios!

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