Televisor apagado, cerebro encendido

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Ya está decidido: tras quejarme de la creciente sensación de falta de tiempo, voy a hacer caso a los que me aconsejaron priorizar y centrarme en lo realmente importante. O mejor dicho, voy a empezar a eliminar lo que obviamente no lo es, aunque me temo que haré oídos sordos a los consejos de Miguel y Álex del martes… No, mi primera medida será ver menos la tele. No es que la veo mucho, pero sí me pillo de vez en cuando haciendo zapping o viendo programas sólo para distraerme o en poner el cerebro en “punto muerto”. Aunque también veo canales alemanes para mantenerme un poco en la onda en cuanto a los temas de actualidad (otro día escribiré sobre la importancia de esto para los “exiliados” como yo), lo cierto es que el 80% de lo que ofrece la tele no me interesa ni me sirve de nada. Antes, la carta de ajuste marcaba el final de la jornada del teleespectador, ahora se sirve fastfood televisiva a todas horas. Junto con la programación de 24 horas, la multitud de canales incita a creer que en alguna parte puede/debe de haber algo provechoso, por lo que, saltando de cadena en cadena, se pierde un tiempo que cada vez considero más valioso. Por lo tanto, prometo solemnemente centrarme en los pocos programas que me interesan y renuncio a querer enterarme de todo un poco.

PD: Y tú, cariño, vas a tener que buscarte otro mote para mí, porque “Sr. Zapping” ya no vale…

2 Comentarios

  1. Yo, de la tele, hace mucho que paso mogollón. Será que, por dedicarme a la traducción audiovisual, tengo mi necesidad de imágenes en movimiento cubierta. Solo la estoy recuperando para ver pelis en la pública, ahora que no llevan publicidad ni intermedios, cosa que también había dejado porque era un suplicio ver cine en esas condiciones.
    Totalmente de acuerdo, si hay algo que nos quita tiempo y casi nunca nos da nada positivo o constructivo a cambio, es la caja tonta.

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