Recuerdo como si fuera ayer el anuncio que El Bulli iba a participar en la Documenta 12 de Kassel en 2007, es decir en la exposición de arte contemporáneo más importante del mundo. Lo recuerdo porque pasé varios años viviendo en esa ciudad alemana e iba a visitarla con motivo de Documenta 12, y me hizo especial ilusión poder conocer a las creaciones de Ferran Adrià in situ. Por eso, a mí (y a otros) nos pareció una tomadura de pelo que la participación de Adrià se limitara a reservar una mesa para dos personas en su restaurante en Rosas que, durante los 100 días que duró la Documenta, se convirtió en el “Pabellón G”. Me dolió (y no sólo el estómago) porque me fascina el trabajo de Adrià, porque lo admiro como artista (culinario) y vanguardista y porque me dio rabia no poder disfrutar de sus “obras” en directo. Sé que resume su trabajo en más de un libro de culto y sé también que, un día, me compraré un ejemplar, pero, de momento, perdura mi “rabieta” del 2007…
Rencoroso 😛